LLERA……………………….SIEMPRE ES NOTICIA……………………….POR; OTHON VILLARREAL GUZMAN

 

EL ROJO
Recordar es un gran pasatiempo hoy día pues la gente revive y tiene la oportunidad de
reírse de sus tonterías o graciosidades por eso el comentario se refiere a los tiempos idos
cuando entró por vez primera un autobús a Llera y fue el escándalo del día con decirles
que sobre todo las mujeres se persignaban y se encomendaban a Dios, a La Virgen como
a todos los santos en tanto los hombres se reían y sabían bien disimular el miedo..
Pues bien:
El Rojo, era un viejo autobús con trompa y pintado de rojo, llamado así por llevar el motor adelante y al que debía dársele cuerda a la máquina para que prendiera o cuando no quería
arrancar el pasaje se bajaba a “empujarlo”.
En esos años de los cincuenta solo había dos corridas: A las ocho de la mañana y a las cuatro
de la tarde donde la gente del campo acostumbraba llevar gallinas, cabras y pájaros silvestres.
El problema era que cuando el autobús hacia una parada a mitad del camino uno que otro
marrano, cabra o gallina se salían y corría para el monte por lo que el chofer decía “bájense
los hombres para agarrar el animal o si no nomás no seguimos”.
Y ahí nos tienen correteando por todo el monte el “chingado animal ”.
Una vez que lo “pescábamos” se continuaba con el viaje y ahí iba todo mundo comentando
la hazaña y entre las frases que más se escuchaban eran “cabrón cochino no se dejaba, a como
dio lata o para otra amárrenle las patas”.
En esa fecha de la que les hablo no había oficina en Llera por lo que el “bus” tenía que recorrer las pocas calles de terracería para buscar clientes que quisieran viajar a Ciudad Mante o Ciudad Victoria, el costo del boleto si mal no recuerda era de un peso con sesenta centavos y el viaje duraba hora y media o dos.
El autobús se llenaba de pasajeros hasta en el pasillo por lo tanto cada vez que uno bajaba toda la gente de pie se tenía que salir para que saliera y si llevaba carga pues a ayudarle con ella
porque si no el chofer amenazaba con no seguir.
Palabra que viajar a Ciudad Victoria o Ciudad Mante era un gran circo pero por fin después de
dos horas de camino llegábamos a nuestro destino.
El servicio mejoró cuando Osuna se hizo de la ruta pero al poco tiempo entró otra línea y ahí
nos tienen jugando carreras en plena carretera por lo que las mujeres a cada rato pronunciaban
el nombre de Dios o de La Virgen de Guadalupe en tanto los hombres le gritaban al operador
“órale guey que no llevas animales o maneja más despacio hijo de tu….”
Al cabrón chofer le “valía madres y solo se reía”.
Ah, pero cuando le tocaba ir en el asiento delantero una guapa chavita se ponía a platicar con ella y es cuando el viaje duraba hasta dos horas, siendo entonces cuando el pasaje comentaba
“mejor me hubiera venido en burro, dale mas recio guey….”.
Palabra que en los años de los que hablo viajar a Ciudad Victoria era un buen circo.
Por supuesto que no faltaba el borrachito de siempre que sacando del morral una botellita de
tequila principiaba a beber y a fumar los clásicos cigarros “Argentinos, el tabaco más puro de México, de todo el mundo y con poca nicotina para evitar el cáncer”.
El pinche cáncer todavía ni existía en todo el país ni lo conocíamos pues cada vez que se
moría alguien la frase ordinaria era decir “diosito se lo llevó, por fin descansó o el pobrecito
murió con una sonrisa en los labios… ay pobrecito”.

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