“¿Es usted Luis Miguel Gallego Basteri?”, pregunta la empleada del cementerio en el mostrador: “¿No? En ese caso no puedo informarle de dónde están los restos de los que me habla. En el registro pone que sólo puede saberlo él”.
Cuando las cenizas de Luisito Rey, el padre de Luis Miguel, fueron depositadas en 1992 en el cementerio mancomunado de Chiclana, en Cádiz (España), el cantante estableció dos condiciones: no debería figurar ninguna lápida identificativa, y sólo él y la familia podían conocer el paradero de los restos.
Fue la última protección que tomó “El Sol” contra su pasado familiar español, que tantos dolores de cabeza le ha causado.
Luisito Rey, cuyo auténtico nombre es Luis Gallego Sánchez, nació en Cádiz en 1945. Adentrarse en su biografía no es sencillo: su propia fecha de nacimiento está distorsionada, lo que dificulta hallar su partida de nacimiento. Las fuentes coinciden en que es originario de la calle de Santo Domingo, en el popular barrio de Santa María de Cádiz, una de las cunas del flamenco.
Las estrechas calles del barrio forman un laberinto lleno de placas que señalan las viviendas de grandes figuras del cante y el baile. No hay ningún homenaje para Luisito. Él fue un músico de éxito discreto. No lo recuerdan en las peñas flamencas ni los representantes de artistas.